lunes, diciembre 20, 2004

La extradición de "Trinidad"

Le caen encima al Presidente Uribe por su propuesta de no extraditar al guerrillero que se hace llamar "Simón Trinidad" a cambio de la liberación de 63 secuestrados.

Dice en El Tiempo que los "detractores [de la propuesta dicen que] no será acogida por la guerrilla".

Dice en el mismo periódico la columnista Maria Jimena Duzán que la propuesta de Uribe entorpece un eventual acuerdo humanitario.

Dice Wilson Borja —un representante de los sindicatos— que la propuesta es "inmoral" y un "acto de guerra".

Dice el ex-guerrillero Antonio Navarro que "se podría haber explorado con 'Trinidad' [una] alternativa de paz. El plazo debió ser de al menos seis meses."

Dice, por último, Camilo Gómez, el ex-comisionado de paz del ex-presidente Pastrana que "el Presidente está haciendo más política que buscando la liberación de los secuestrados."

Conociendo como conocemos a las FARC, es cierto que es difícil creer que Uribe crea que se tomen la oferta en serio. Las FARC nunca han tomado ninguna propuesta del gobierno en serio, y menos una en que ganarían tan poco y perderían tanto. ¿Qué que? ¿Que liberemos sesenta y pico rehenes? ¿Ah, sí? ¿Y a cambio de qué? ¿De que nos liberen a un ideólogo? Por favor, no nos crean tan tontos. Suelten a un experto en explosivos, al menos. A un extorsionista. A un técnico de laboratorio de coca. Pero, ¿así, sin nada bueno a cambio, sin una amnistía, sin un par de municipios despejados, sin seis meses de plazo, sin audiencia pública en el Congreso, sin tregua navideña, sin siquiera un dinerito para el rescate? No way.

Eso, si lo sé hasta yo, bien lo sabe el Presidente y todo su grupo de asesores. O sea que tienen razón los que dicen que es más una movida política del gobierno, una manera de decir "Miren que nosotros sí estamos ofreciendo algo y ustedes nada...", que un intento real de liberación.

Sí, pero.

Si es una movida política, es una movida más astuta de lo que sus detractores suponen. Pone de nuevo a las FARC contra la pared y se suma a otras maniobras anteriores que —movidas políticas o estrategias reales— poco a poco van conformando todo un dossier que el gobierno puede mostrar cada vez que —cosa que sucede con frecuencia— lo acusen de no tener "voluntad de paz". No puede entorpecer el acuerdo humanitario porque —convenzámonos de una buena vez por todas— a la guerrilla no le interesa un acuerdo humanitario. O al menos no uno en el que ellos no reciban algo que les sea estratégicamente más valioso que los rehenes. O sea no uno en el que ellos pierdan algo.

Ese acuerdo, en el que salgamos perdiendo todos a cambio de la liberación de algunos rehenes, no es indeseable. Es obligación del país, por solidaridad con los secuestrados y sus familiares, dejar abierta esa puerta. Pero no creo que la maniobra política de Uribe lo entorpezca más de lo que la falta de voluntad de la guerrilla ya lo hace.

No debemos olvidar que este mismo personaje que se hace llamar "Simon Trinidad" afirmó hace unos años en una entrevista en El Tiempo que el propósito de las FARC era la toma del poder. Nada menos que eso sería satisfactorio. Para una organzación marxista-leninista —las FARC lo son, en sus vicios y sus métodos—, son los resultados lo que cuenta. El fin —la toma del poder— justifica los medios: la mentira, el secuestro, el asesinato. Si para tomarse el poder hubiera que extraditar a "Trinidad", "Tirofijo" mismo lo embarcaría en el próximo vuelo a Miami.

Es que a las FARC no hay que pararles bolas cuando hablan de voluntad de paz, que no tienen, pero sí hay que pararles bolas cuando hablan de tomarse el poder, porque ahí sí están diciendo la verdad. En esa misma entrevista de hace unos años para El Tiempo —que estoy citando de memoria porque no tengo un archivo de El Tiempo a la mano—, "Trinidad" afirmaba también que el Derecho Internacional Humanitario era una "invención de la burguesía".

Esos dos comentarios, hechos por un vocero oficial de las FARC en medio del proceso de paz de Pastrana —que la única conclusión satisfactoria al conflicto sería la de la toma del poder por parte de la guerrilla y que el Derecho Internacional Humanitario es una invención burguesa (y por tanto lista para pasar al basurero de la historia)—, deberían ser suficientes para convencernos de que en las condiciones actuales es imposible una negociación de paz. No puede haber una solución negociada al conflicto a menos que las dos partes tengan algo que ganar. Y una de las partes ya nos ha hecho saber que lo único que cuenta para ellos es la derrota absoluta de la otra.

Lo más insólito de todo esto es que ahora venga el ex-comisionado de paz de Pastrana, Camilo Gómez, a terciar en este asunto diciendo que esto es una maniobra política. En Colombia siempre le hemos prestado mucho oído a los ex-. A los ex-presidentes, como Pastrana, a los ex-guerrilleros, como Navarro, a los ex-comisionados, como Gómez. ¿Qué le puede criticar al gobierno actual alguien como Gómez, que lideró un mal llamado proceso de paz que no fue sino una estrategia de la guerrilla para ganar tiempo, dilatar el conflicto mientras se "exacerbaban las contradicciones del sistema", fortalecerse estratégicamente, y enriquecerse con el secuestro, la extorsión y el narcotráfico? Tres años perdidos viendo amontonarse los muertos y los secuestrados; tres años viendo el prestigio de la guerrilla acrecentarse en el imaginario de los socialistas europeos que ignoran (por pereza o por dogma) la naturaleza de nuestro conflcito; tres años en que el gobierno Pastrana, por pereza o por no complicarse la vida, no hizó sino dejar que pasara el tiempo. Que viniera otro, después, a arreglar el lío. No hacer nada es la mejor manera de que a uno no lo acusen de haberlo hecho mal. ¿Que puede venir a decir Gómez, como representante de aquel proceso? ¡Que al menos tenga la decencia de dejar que los demás intenten hacer el trabajo que él no hizo! ¡Que no le pregunten su opinión los periodistas, que no nos interesa!

Movida política o no, hay algo que todos los detractores de esta propuesta no quieren ver y es que, si quisiera, la guerrilla podría muy bien devolverle la libertad a los 63 rehenes en cuestión. Y no antes del 30 de diciembre, como lo ha exigido Uribe, sino en menos de 24 horas. Si quisieran. Si les diera la gana. Uribe está haciendo con ellos lo que Gómez y lo que todo el gobierno Pastrana no hizo: negociar. "Yo te doy esto y tu me das aquello" es la esencia de cualquier negociación. Y es lo que el proceso de Pastrana nunca hizo. Ese proceso se conformó con decirle a las FARC: les vamos a dar una zona desmilitarizada, los vamos a llevar de paseo por Europa, les vamos a dar un escenario público para que vociferen sus ideas, les vamos a dar tiempo, mucho tiempo, muchos "compases de espera". ¿Qué dieron ellos a cambio? ¿Qué se les pidió a cambio?

Que yo recuerde, nada.