martes, noviembre 30, 2004

Ex post facto

Soy víctima frecuente de un instinto generalizador que se agazapa en todo lo que pienso y escribo. En el comentario anterior me refería a la decepcionante oferta músical de los bares de Barranquilla, pero debo agregar que de vez en cuando sale alguno que propone algo distinto. Están, por ejemplo, viejos hitos como La Troja y Rico Melao, que se dedican a una sola cosa, pero la hacen bien y con pasión. Está, más recientemente, un sitio como Tomato, embarcado en la tarea heroica de atraer gente con rock moderno de calidad y algo de música en vivo. Espero que sus miércoles de bossa se vuelvan regulares.